Dédalo e Ícaro/ John

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Este mito cuenta la historia que le pasó a un genio de Grecia que se llamaba Dédalo.
 Vivía en Atenas con su hijo Ícaro.
 Ícaro quería ayudar a su padre, pero era muy torpe.
Llegó su primo, Talos, para quedar a vivir con ellos. Talos era muy listo y hábil. Cada día Talos parecía más listo e Ícaro parecía más torpe. 
Una tarde Dédalo y Talos estaban en el techo de su casa, hablaban sobre volar. 
Se pusieron a jugar y Talos se cayó. Dédalo intentó salvarle pero no lo consiguió y Talo cayó y murió. No fué su intención matarle y se sintió muy triste. 
Dédalo huyó de la ciudad con su hijo Ícaro y se mudaron muchas veces hasta acabar en la isla de Creta. Conoció al rey Minos. El rey Minos le encargó que hiciese una jaula y un laberinto para el Minotauro. Lo hizo y el rey los encerró a el y a su hijo. Por suerte, escaparon porque Dédalo era el único que se sabía cómo salir del laberinto. Dédalo no sabía que hacer así que empezó a matar buitres y cogió las plumas para fabricar alas para él e Ícaro. Llegaron a volar pero, Ícaro se alejó mucho de su padre y se acercó al sol y la cera empezó a derretirse. Ícaro cayó al mar y murió. 
Dédalo sé fué a vivir a Sicilia. Trabajó en edificios, barcos y muñecos de su hijo. Era amigo del rey de Sicilia. El rey Minos planeaba contra Dédalo y entonces Dédalo planeó la muerte del rey Minos. Mató al rey Minos y se sintió cada vez peor.
 Solo le hacían feliz las figuras de su hijo.

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